No puedo evitar emocionarme al analizar bodas tan especiales como la de Ana Guerra y Víctor Elías. Una celebración muy acorde a su personalidad. Aunque no tuve el honor de organizar su enlace (ojalá), sigo de cerca cada detalle porque creo que siempre podemos aprender e inspirarnos con las historias de amor que se convierten en celebraciones únicas.
La reciente boda de Ana y Víctor ha sido un ejemplo perfecto de cómo unir romanticismo, personalidad y una organización impecable. Con dos ceremonias completamente distintas, lograron plasmar lo mejor de su historia en dos días inolvidables.
Dos ceremonias, dos formas de celebrar una boda
El 30 de octubre, la pareja eligió la Ermita de la Virgen del Puerto en Madrid para una ceremonia religiosa íntima. Con unos 60 invitados, el ambiente fue cálido y cercano, con una estética que recordaba a los estilos románticos de ‘Los Bridgerton’. Sin duda, un acierto para quienes buscan esa magia clásica que nunca pasa de moda.
Al día siguiente, cambiaron completamente de registro y celebraron una ceremonia civil con más de 350 invitados en la Finca Prados Moros, en plena Sierra de Guadarrama. Aquí la atmósfera fue mucho más festiva y relajada, con momentos llenos de emoción y música, como el increíble gesto de Víctor tocando el piano mientras Ana hacía su entrada.
La importancia de los detalles
Uno de los aspectos que más me llamó la atención de esta boda fue cómo cuidaron cada detalle para reflejar quiénes son como pareja. Desde los vestidos de Ana, diseñados por Rosa Clará, hasta las actuaciones musicales en directo que marcaron momentos especiales, todo estaba perfectamente pensado.
Y hablando de vestidos, Ana lució tres diseños diferentes a lo largo de las celebraciones: un romántico vestido palabra de honor para la ceremonia religiosa, un diseño con encaje rebrodé para la civil, y un mono cómodo y moderno para disfrutar al máximo de la fiesta.
Una finca con encanto
La elección de la Finca Prados Moros fue un gran acierto. Con su entorno natural y su lago, el lugar ofrecía ese equilibrio entre la elegancia y la serenidad que tantas parejas buscan. La finca es un lienzo en blanco que permite crear desde bodas clásicas hasta las más innovadoras, y Ana y Víctor supieron sacarle todo el partido.
Música y emociones
La música, como no podía ser de otra forma, jugó un papel protagonista en esta boda. Desde el bolero «Contigo aprendí» hasta las canciones interpretadas en directo por amigos y familiares, cada melodía añadió un toque único. Como wedding planner, siempre recomiendo personalizar la música porque tiene el poder de transportar a los invitados a momentos inolvidables, y por su puesto, a la pareja.
Inspiración para todas las parejas
La boda de Ana Guerra y Víctor Elías no solo es un ejemplo de cómo organizar un evento memorable, sino también una fuente de inspiración para todas las parejas que están planeando su gran día. Desde la dualidad de ceremonias hasta los detalles más pequeños, como la prohibición de móviles para preservar la intimidad, cada decisión nos recuerda lo importante que es crear una boda que hable de vosotros como pareja.
Aunque cada boda es única, este enlace nos deja una lección clara: cuando se planifica con amor y atención al detalle, el resultado no puede ser más mágico. Si estás soñando con tu propio día especial, recuerda que estoy aquí para ayudarte a hacer realidad esa visión.